Al final de Julio, estuvimos reunidas como el comité ejecutivo del Comité Internacional de Día Mundial de Oración, en NY. Dedicamos nuestros devocionales a reflexionar desde el tema y pasaje que nos propone Zimbabue “Levántate, toma tu camilla y anda”. Cada palabra trajo motivación y retos a nuestra vida. Regresé a casa pensando en el pasaje que tiene aún mucho que decirnos personalmente y a nuestro movimiento del DMO, y aun nos anima desde nuestro lema a “Informarse para orar y orar para actuar.” El título del pasaje y el desarrollo de la historia en el evangelio de Juan 5:2-9 hacen referencia a un lugar, Betesda, que significa, “Casa de Misericordia”. Sin embargo, parecía que no había mucha compasión en ese lugar, hasta que llega Jesús. Son siempre los encuentros con los demás los que mueven a Jesús a misericordia. Este hombre sin nombre, conocido como el paralitico de Betesda, tiene una historia que mueve a Jesús. Su historia puede ser la de muchas mujeres y personas en el mundo hoy. Una historia que no había sido contada, o que fue ignorada, por una sociedad indiferente a las necesidades de los demás. Una sociedad que margina y aglomera en determinados espacios y lugares a aquellos que se salen de la norma, a los diferentes, los enfermos y despreciables según sus criterios. El pasaje nos habla de un cuerpo afectado. Él se ve imposibilitado para moverse, lo que significa que depende de otros, y aun pasa por mucho dolor. Pero aquí, no se nos menciona el dolor o sufrimiento físico, como en otros personajes de la biblia que recibieron milagros. Había otra historia que debía ser contada. Claro que debió haber dolor en su cuerpo, por eso estaba ahí, pero es seguro que el dolor mayor era otro. El dolor de la indiferencia de quienes podrían ayudarle pero estaban pensando en ellos mismos y de los que ni siquiera llegaban ahí. Treinta ocho años es toda una vida siendo testigo en ese estanque del egoísmo y la discriminación, ese es el mayor dolor experimentado por cualquier ser humano que sufre en soledad. Este espacio compartido huele tristeza e impotencia. Ese es otro tipo de parálisis social al que hoy hay que decir con autoridad -- ¡Levántate, muévete de tu conformismo, camina, sal de la indiferencia y haz algo por tu prójimo! Pero el pasaje nos narra un aspecto para mi sumamente importante, pues a pesar del dolor físico y moral que podría vivirse en estas condiciones este hombre tiene 38 años abrigando la esperanza de ser sano, de estar bien, de que su realidad cambie, de lograr tener una vida digna. ¡La esperanza es lo último que se pierde! decimos en Costa Rica. Ahí está él, fiel, esperando que las aguas sean agitadas para poder sumergirse en ellas y ser sano. Le valió la fe, le valió la espera, porque Jesús el agua viva vendría a visitarlo para que dé su interior corriera el coraje de levantarse, tomar su pasado y caminar hacia su futuro. Necesitamos llegar al lugar donde están las personas con múltiples necesidades y hacer lo que hizo Jesús. Jesús le prestó atención --miro su posición y supo que llevaba mucho tiempo así (v. 6). Mirar a los otros y conocer sus historias, nos mueve a compasión. Jesús le preguntó: ¿Quieres ser sano? Obvio que quiere ser sano, diríamos. Pero la pregunta abre el dialogo, permite la interacción y muestra el interés real por los demás. Es como darle voz al que no ha sido escuchado. Es disponerse a escuchar sus historias, dejar que salga su dolor, es darles la palabra. Notamos que cuando habló, no se quejó de cuanto le dolían sus piernas o su cuerpo, sino del dolor mayor que ha experimentado por años que era no tener quien le ayudara, quien pensara en él y le apoyara de alguna manera. Él habló del dolor de no ser prioridad para alguien, y de ser siempre el último en la lista. ¿Queremos ver mujeres y personas levantarse, tomar su camilla y caminar? Entonces vallamos ahí donde están postradas de múltiples formas abrigando una pequeña esperanza. Mirémoslas, mostremos interés real por ellas, escuchemos sus historias. Presentémosles con nuestras acciones a Jesús, el agua Viva, y seguro que veremos milagros. Esa es nuestra Betesda, ese es el lugar para la misericordia. - Rebeca Cascante Gómez, Coordinadora Regional de Latinoamérica
1 Comment
9/6/2023 07:19:15 am
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